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Cómo Reducir el Consumo de Carne


Cuesta dejar de comer carne de un día para otro. Pero hay estrategias para reducir más fácilmente su consumo.
[Mark Bittman] Supongamos que ha decidido comer menos carne, o que lo está considerando. E ignoremos las razones por las que lo hace. Pueden ser económicas, éticas, altruistas, nutricionales o incluso irracionales. Los argumentos a favor de comer menos carne son numerosísimos y bien conocidos, pero de momento son irrelevantes, porque lo que quiero tratar aquí es algo (casi) puramente pragmático. ¿Cómo se hace?
No estoy hablando de dejar de comer carne; estoy hablando de comer menos carne, lo que de cierto modo es incluso más difícil que dejar de comerla. Las recetas y tradiciones vegetarianas están en todas partes. Pero en el estilo americano de comer -normalmente con la carne en el centro del plato-, puede ser difícil comer dos onzas (sesenta gramos) de carne y llamarlo cena.
Reducir el consumo de carne no es un proceso aislado. A diferencia de, digamos, la meditación o los ejercicios, normalmente tiene consecuencias para los otros.
La clave es mantener algunas de sus decisiones para usted mismo, de modo que no lo afecten más que a usted y, cuando afecten a otros, minimice el dolor , y no predicar. (Nadie quiere a los proselitistas).
Por otro lado, no se disculpe; sirviendo menos carne a sus amigos o familiares ciertamente no les hará mal, y a algunos les hará en realidad muy bien -provisto que lo que usted sirva sea delicioso, y eso es bastante fácil.
Reducir el hábito de la carne es algo que se puede hacer, y no es necesario que se vuelva usted loco. Aunque habrá indudablemente momentos de ansiedad, nunca sufrirá convulsiones. Así que, sin ningún orden, aquí le ofrezco algunas sugerencias para facilitar su proyecto de comer menos carne.

1. Olvide todo sobre las proteínas. Casi simultáneamente con su declaración de que empezará a comer menos carne, alguien le preguntará: "¿Y qué harás para consumir suficientes proteínas?" La respuesta es: "Comiendo de todo". Las plantas también tienen proteína; de hecho, muchas plantas tienen más proteínas que la carne. (Por ejemplo, una hamburguesa de queso contiene 14.57 gramos de proteína por cada 286 calorías, o cerca de .05 gramos de proteína por caloría; una espinaca tiene 2.97 gramos de proteína por 23 calorías, o .12 gramos de proteína por caloría; las lentejas tienen .07 gramos por caloría). Comiendo de manera variada permitirá que usted consuma todos los aminoácidos esenciales.
Tampoco tiene usted que comer el promedio nacional de 225 gramos de carne al día para obtener suficientes proteínas. En promedio, los estadounidenses comen casi dos veces más que los 56 gramos diarios de proteínas recomendadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (lo que algunos nutricionistas creen que es muy alto). Para alguien que lleva una dieta bien balanceada, las proteínas probablemente no son un problema.

2. Compre menos carne. ¿Cuántos gramos de carne hay en una comida? Durante años, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos recomendó cuatro onzas (unos 120 gramos) por persona; sin embargo, la mayoría de nosotros pensamos que la cantidad ideal para cuatro personas es de entre 675 y 900 gramos. (Nuestro consumo per cápita es de 225 gramos al día). Modifique esa cantidad, y tanto su estilo de cocinar como el aspecto de los platos cambiará, y pronto.
Recuerde que la mayoría de los estilos culinarios tradicionales utilizan la carne, o como aderezo, o como exquisitez. Esto es verdad en la cocina de la frontera americana, donde el cerdo salado y el tocino eran utilizados para sazonar los frijoles; en Italia, donde un pequeño trozo de carne se sirve como segundo (rara vez de algo más de algunas onzas, incluso en restaurantes); y en el resto del mundo, donde a las ensaladas y revueltos se agregan trozos de carne así como frijoles, arroz y platos de fideos. En todos estos casos, la carne es vista como un tesoro, no como algo para ser engullido como si fuera aire.
Para muchos de nosotros que crecimos en Estados Unidos en los últimos sesenta años, este es el obstáculo más difícil. El mensaje estaba en nuestra mente antes de que aprendiéramos a coger un tenedor. Podemos preparar noches vegetarianas, o noches de mariscos, pero cuando tenemos noches de carne, entonces se trata a menudo a un gran pedazo de carne (o ave) en el plato, con el almidón y las verduras a un lado.

3. Saque la carne del centro del plato. No tiene que entrar a un territorio terriblemente desconocido; simplemente trate de pellizcar un poco las proporciones. Podría empezar comprando chuletas de cerdo más delgadas, o sirviendo tajadas de carne más pequeñas.
Construya la comida en torno a lo que acostumbraba a considerar platos secundarios -no solamente las verduras, sino también los granos, los frijoles, las ensaladas e incluso los postres, si considera usted que la fruta es un postre- antes que en torno a la carne. Prácticamente todas las culturas tienen platos en los que la carne es usada para sazonar el arroz u otros granos. Considere el arroz al estilo cajún, arroz frito, arroz biryani, arroz con pollo: la lista es casi infinita.
Igualmente, no hay ningún país en el mundo donde se cocinen las legumbres sin combinarlas de vez en vez con algo de carne. Y mencionar los revueltos y platos de pasta aquí casi parece demasiado obvio.
Pero no necesita volverse transcultural. Cuando cocine un estofado, una sopa u otro plato con varios ingredientes, tiene que tomar una decisión sobre su ingrediente principal y sobre la cantidad a usar de ese ingrediente. Si piensa preparar un estofado o una sopa, un pastel de pollo, o incluso una lasaña, reconocerá rápidamente que la decisión de aderezar estos platos con carne o usar la carne como un ingrediente de igual importancia que los demás es enteramente suya.
Lo mismo es verdad cuando se trata del asado. Compare estas declaraciones: "Estamos asando una pierna de cordero y aderezándola con algunas verduras" y "Estamos asando verduras y pan y agregaremos algunos pedazos de cordero". Nuevamente, si considera la carne como un tesoro, las cosas empezarán a cambiar.

4. Compre más verduras, y aprenda nuevos modos de cocinarlas. Si es usted un buen cocinero, ya sabe que puede preparar una comida con prácticamente cualquier cosa. Si abre la nevera y está llena de verduras, seguro que eso es lo que va a cocinar. Complementará las verduras con algo de la alacena: pasta, arroz, frijoles, queso, huevos, pescado enlatado, tocino, incluso un poco de carne. No estamos hablando sobre el vegetarianismo, ¿recuerda?
Si no es un buen cocinero, tendrá la oportunidad de aprender a cocinar lo que probablemente sea el estilo del futuro.

5. Haga de los productos no cárneos algo tan conveniente como la carne. Ronda el mito, incluso entre cocineros con experiencia, que pocas cosas son tan convenientes como la carne. Y aunque no se puede discutir que preparar un trozo de carne a la parrilla, a la cacerola, o freír un bife o una chuleta es un proceso rápido, es igualmente verdad que casi nadie considera esa preparación como una cena de un solo plato.
Pensando con antelación, y preparando las cosas de antemano, usted puede lograr que la cocción de las verduras sea tan conveniente como lo que en India se llama a menudo ‘no-veg’. Gaste una o dos horas a la semana precociendo todos los alimentos no cárneos cuya preparación crea usted que toma demasiado tiempo para una comida rápida.
Guarde los frijoles cocidos en la nevera o en el congelador y vuelva a calentarlos cuando los necesite. Mantener los frijoles precocidos en el congelador cambiará sus hábitos de alimentación más fácilmente que cualquier otra estrategia.
Recalentar granos enteros cocidos (el microondas lo hace bien) para el desayuno con leche o para la cena, con alguna sazón sabrosa. Enjuague las blandas hortalizas y guarde en una centrifugadora de verduras, en un cuenco cubierto, o en una bolsa de plástico. La mayoría de los otros vegetales pueden ser escalfados, asustados con agua fría, escurridos, y servidos fríos o recalentados del modo que guste -salteados rápidamente, al vapor, a la plancha o gratinados o de algún modo igualmente substancioso.

6. Defina algunas reglas. Dependiendo de sus costumbres, podría eliminar el tocino del desayuno y/o las hamburguesas del almuerzo; podría prohibirse la comida rápida; podría comer una ensalada en lugar de un bocadillo al menos tres veces a la semana, o comer una cena vegetariana tres veces a la semana. Podría ser no comer carne los viernes. O (y esto lo hago yo) podría ser desayunos y almuerzos sin carne.

7. Lea de otro modo las cartas de los restaurantes. Si se ha propuesto reducir el consumo de carne, hay tres estrategias en cuanto a los restaurantes. Dos son fáciles, y una es difícil, aunque esta es probablemente la más importante.
La primera: vaya a restaurantes que no sirvan platos demasiado pesados en cuanto a la carne. En la mayoría de los restaurantes asiáticos puede uno perder los estribos. La comida tradicional italiana es bastante segura.
Segunda: De vez en vez olvide las reglas y las promesas, y coma como cualquier otro estadounidense; obviamente, no lo haga muy a menudo, pero es una opción.
La tercera es engañosa: Recuerde que lo está haciendo voluntariamente, por cualquier razón que le parezca a usted importante (o al menos así lo parecía, hasta que vio la pierna de cordero en el menú). Luego pida otras partes del menú que contengan poca carne o nada de carne: ensaladas, acompañamientos, sopas y (a menudo, de cualquier modo) aperitivos. Si todo esto fracasa, ofrezca compartir su plato con otras dos o tres personas; de todos modos, muchos restaurantes sirven entradas demasiado grandes.
Yo recuerdo claramente (no es una hazaña, y ocurrió hace un año) la primera vez que entré a un restaurante y pedí dos ensaladas y un cuenco de sopa.
Mi acompañante, que me había conocido toda la vida como un amante de las carnes, me preguntó: "¿En serio?"
El camarero preguntó: "¿Como quiere que le sirva eso?" Y luego mi vida siguió como siempre. No estaba malo en absoluto.

6 de julio de 2008
11 de junio de 2008
©new york times

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