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Prohibir la Sopa de Tiburón en China


En China, prohibir la pesca del tiburón es una lucha cuesta arriba. La presión de organizaciones internacionales ha convertido la condena de la sopa de aleta de tiburón en una popular declaración ambientalista. Pero sigue siendo un ingrediente fijo en los restaurantes más elegantes.


Pekín, China. [Jonathan Kaiman] Escondido en la brillante carta del Herbal Café, un restaurante de Pekín conocido por sus infusiones herbales y platos cantoneses bajos en grasas, hay un pequeño guiño al medio ambiente. Por cerca de dos dólares y medio, los clientes pueden pedir un cuenco de imitación de sopa de aleta de tiburón hecha de caldos vegetales y fécula de patatas.
“Si fuera de verdad, tendrías que matar tiburones”, explicó Zhang Gui, el administrador. “Los tiburones son animales preciosos”.
La demanda de sopa de aleta de tiburón, que era un plato de los emperadores de la dinastía Ming, se ha disparado en las últimas décadas a medida que más personas pueden permitírsela en comidas de negocios y bodas, gracias al crecimiento de la clase media china.
Pero en los últimos meses, una fuerte campaña de organizaciones internacionales, con ayuda de algunas estrellas, ha convertido el rechazo a comer el plato en una popular posición ambientalista simular al rechazo de los abrigos de piel o conducir un Prius.
WildAid, organización de San Francisco, que empezó una campaña contra el comercio en aleta de tiburón en 2000, calcula que cerca de 79 millones de tiburones son matados cada año, muchos de ellos por sus aletas. Esto ha provocado que las poblaciones de tiburón hayan descendido en casi un noventa por ciento en las últimas décadas, dice la organización, llevando a algunas especies al borde de la extinción y causando estragos en los ecosistemas acuáticos.
China, Hong Kong y Taiwán consumen el 95 por ciento de las aletas de tiburón secas del mundo, las que son más comúnmente preparadas como una substancia gelatinosa mezclada con sopa de pollo. Debido a que las aletas son secadas, desolladas, blanqueadas y tratadas con amoníaco antes de ser comercializadas, es casi imposible determinar de qué especies provienen las aletas.
La campaña global contra la sopa de aleta de tiburón cuenta con algunos conocidos partidarios. El famoso chef Gordon Ramsay ha llamado a los restaurantes de Londres a dejar de servir el plato, y Richard Branson, presidente ejecutivo de Virgin Air, ha prohibido que su empresa transporte aletas. Entre los “embajadores famosos” de WildAid se incluyen actores como Harrison Ford, Kate Hudson y Ralph Fiennes.
Un montón de celebridades chinas, incluyendo al actor Jackie Chan, y al ex jugador de la Asociación Nacional de Baloncesto, Yao Ming, empezaron en 2006 una campaña contra el plato, con anuncios públicos producidos con WildAid, espoloneando la lucha en casa.
En un anuncio de treinta segundos que fue primero transmitido por la televisión china en 2009, los comensales de un restaurante elegante son atendidos con cuencos de sopa de aleta de tiburón mientras junto a ellos un tiburón con las aletas cercenadas se retuerce en un tanque. Yao, con el seño fruncido, aleja su cuenco. “Recuerde: la matanza parará cuando se acabe la demanda”, dice.
La campaña para prohibir la aleta de tiburón se está extendiendo. California se ha unido a Oregón, Washington, Hawai y Guam en la prohibición de la venta y posesión de aletas de tiburón.
En marzo, Ding Liguo, un acaudalado industrial y diputado de la Asamblea Nacional Popular, propuso prohibir la pesca de tiburón en el más alto organismo legislativo chino, pero el gobierno todavía no toma ninguna decisión sobre su implementación.
En noviembre, el Peninsula Hotel Group, una de las cadenas hoteleras más prestigiosas de Asia, decidió dejar de servir aleta de tiburón, una medida que entró en vigor el 1 de enero. En un mensaje por email el portavoz del hotel dijo que la prohibición había sido recibida con comprensión y aprobación en Hong Kong, Pekín y especialmente Shanghai, la ciudad natal de Yao.
Sin embargo, la aleta de tiburón sigue siendo un elemento fijo en muchos establecimientos elegantes en todo Pekín. En un restaurante con alfombra de felpa, A-Sen Abalone, los parroquianos pueden pedir toda una variedad de innovadores platos de aleta de tiburón, incluyendo un revuelto de aleta de tiburón (126 dólares) y aleta de tiburón servida en una papaya.
Cuando la organización ambientalista Green Beagle encuestó hoteles de cuatro y cinco estrellas en Pekín en diciembre, casi la mitad de ellos dijeron que habían dejado de servir aleta de pescado, principalmente por razones ambientales. Pero cuando representantes de la organización visitaron los hoteles disfrazados de clientes, todos los restaurantes excepto uno dijeron que sí servían aleta de tiburón.
Algunos entendidos en aletas de tiburón se aferran a lo que perciben como un bastión de la cocina china tradicional y una bendición para las pescaderías de los pueblos costeros pobres.
Li Dinggui, secretario general de la Asociación de Productos Marinos en Hong Kong, dijo que el producto ha sido injustamente demonizado. Argumentó que la práctica tan a menudo denunciada en la que los pescadores cortan las aletas y arrojan el resto del tiburón al agua para que muera lentamente, no es tan común como dicen los ambientalistas.
“Prohibir la aleta de tiburón, que constituye casi el treinta por ciento del valor del tiburón, sería como prohibir la pesca en general”, dijo. “No deberíamos prohibir lo que no debe ser prohibido”.
Sin embargo, algunos restaurantes en Pekín están empezando a observar los efectos de la campaña. Zhu Yingxi, gerente de Jingde Xiaoguan, dijo que el plato no se ha estado vendiendo bien en los últimos meses debido tanto a la recesión económica como a la presión.
Zhu rechazó la idea de que la sopa de aleta de tiburón sea una parte importante de la cultura china”, dijo. “La cultura es algo a lo que está expuesto todo el mundo. La aleta de tiburón no es ese tipo de cosa”.
8 de febrero de 2012
31 de enero de 2012
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

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