Fiesta Culinaria en Coquimbo
[César Fredes] Un encuentro binacional entre el puerto y San Juan, en Cuyo, abre auspiciosas perspectivas comerciales y culturales en las dos puntas del camino.
[Coquimbo, Chile] La ciudad-puerto de Coquimbo puso el fin de semana pasado, y de modo muy exitoso, lo que podría llamarse la primera piedra de una iniciativa gastronómica de propósito dual: establecer por un lado una alianza binacional estratégica, de carácter comercial y cultural, con la ciudad de San Juan y la provincia argentina de Cuyo, y por el otro comenzar a aprovechar de manera más evolucionada el riquísimo patrimonio de recursos marinos que poseen ese puerto, el vecino Tongoy y caletas aledañas, además de renovar la gastronomía local, de imprescindible influencia turística.
La iniciativa, una fiesta gastronómica de ambiciosas proporciones, tuvo lugar en el Club de Yates La Herradura bajo el rótulo Cata de Sabores de Agua Negra, y mostró a unas 250 personas lo mejor de los productos y preparaciones que fueron capaces de mostrar dos chefs chilenos y dos argentinos.
La iniciativa fue organizada por el Departamento de Fomento de la Municipalidad de Coquimbo, que dirige José Luis Flores Michea, motor del proyecto, y logró movilizar a autoridades gubernamentales y empresarios privados de esa zona que lo tiene todo para transformarse en una potencia turística.
La Asociación de Industriales Pesqueros, las empresas Bahía Tongoy y Mundo Ostión Limitada proveedora de ostiones gigantescos, estrellas de la muestra, Sol Tardío y Viña Falernia, calificada productora de vinos del valle del Elqui, colaboraron generosa y eficientemente con la iniciativa, mientras las instalaciones del Club de Yates dieron realce a una fiesta que se prolongó hasta pasada medianoche, sin decaer en ningún instante.
Los chefs argentinos que encabezaron sus respectivas brigadas de cocina fueron Germán Leuzzi y Cecilia Holecek, que mostraron un llamado Menú Regional del Nuevo Cuyo, de gran simpleza y autenticidad. Holecek mostró unas humitas en masa de hojaldre, como entrada caliente, y dos platos de fondo: lomo al Malbec con papas horneadas y sorrentinos Caprese con crema y oliva, las estrellas de la muestra por su suculencia y sabor exquisito.
Por su parte, Leuzzi, un profesional de apenas 24 años que ejerce como chef de las cocinas del Hotel Provincial de San Juan, preparó mollejas de novillo salteadas con batatas asadas y filete de ternera con tomates confitados y salsa de pimienta negra.
A los cocineros chilenos Ricardo Soto, jefe de la carrera de Inacap en Coquimbo, y César Briceño, responsable de las cocinas del Club de Yates, les correspondió el buffet de entradas, donde la vastísima gama de productos del mar demostró la opulencia de la producción marina local.
Briceño ofreció ostiones, machas, jaibas, choritos, camarones, almejas, camarones de río y ostras que se prepararon de diversas e interesantes maneras algunas de ellas al borde de la audacia excesiva , y además hubo pescados como merluza en pastel y blanquillo en cebiche con palta al limón de pica.
Soto, un chef chileno también joven, pero más sobrio y experimentado que su colega, sirvió tres tipos de empanadas de caleta: queso con machas, ostiones y camarones; pastel de choclo marinero con jaiba y chupe de jaiba, clásicos y atractivos. No faltó la audaz pero bien lograda pieza de repostería que, a imitación del cheesecake norteamericano, presentó uno bien local, de queso de cabra suave con confitura de papayas.
Las autoridades y empresarios locales y argentinos se mostraron felices y agradecidos del encuentro que promete días fructíferos de intercambio comercial y cultural de Coquimbo y San Juan, ya hermanados desde hace mucho. La finalización del paso fronterizo de Agua Negra, que el intendente Ricardo Cifuentes, a nombre del Gobierno de Chile, prometió concluir, será otro determinante impulso para este tipo de afinidades.
En lo que específicamente se refiere a la gastronomía, Coquimbo mostró dos evidencias: es un potencial paraíso de recursos del mar y de la huerta, pero también está, como casi todo Chile, dejado de la mano de Dios en lo que tiene que ver con el desarrollo de la cultura gastronómica.
Pero Sabores de Agua Negra fue un primer chispazo. Y muy digno de elogio.
La iniciativa, una fiesta gastronómica de ambiciosas proporciones, tuvo lugar en el Club de Yates La Herradura bajo el rótulo Cata de Sabores de Agua Negra, y mostró a unas 250 personas lo mejor de los productos y preparaciones que fueron capaces de mostrar dos chefs chilenos y dos argentinos.
La iniciativa fue organizada por el Departamento de Fomento de la Municipalidad de Coquimbo, que dirige José Luis Flores Michea, motor del proyecto, y logró movilizar a autoridades gubernamentales y empresarios privados de esa zona que lo tiene todo para transformarse en una potencia turística.
La Asociación de Industriales Pesqueros, las empresas Bahía Tongoy y Mundo Ostión Limitada proveedora de ostiones gigantescos, estrellas de la muestra, Sol Tardío y Viña Falernia, calificada productora de vinos del valle del Elqui, colaboraron generosa y eficientemente con la iniciativa, mientras las instalaciones del Club de Yates dieron realce a una fiesta que se prolongó hasta pasada medianoche, sin decaer en ningún instante.
Los chefs argentinos que encabezaron sus respectivas brigadas de cocina fueron Germán Leuzzi y Cecilia Holecek, que mostraron un llamado Menú Regional del Nuevo Cuyo, de gran simpleza y autenticidad. Holecek mostró unas humitas en masa de hojaldre, como entrada caliente, y dos platos de fondo: lomo al Malbec con papas horneadas y sorrentinos Caprese con crema y oliva, las estrellas de la muestra por su suculencia y sabor exquisito.
Por su parte, Leuzzi, un profesional de apenas 24 años que ejerce como chef de las cocinas del Hotel Provincial de San Juan, preparó mollejas de novillo salteadas con batatas asadas y filete de ternera con tomates confitados y salsa de pimienta negra.
A los cocineros chilenos Ricardo Soto, jefe de la carrera de Inacap en Coquimbo, y César Briceño, responsable de las cocinas del Club de Yates, les correspondió el buffet de entradas, donde la vastísima gama de productos del mar demostró la opulencia de la producción marina local.
Briceño ofreció ostiones, machas, jaibas, choritos, camarones, almejas, camarones de río y ostras que se prepararon de diversas e interesantes maneras algunas de ellas al borde de la audacia excesiva , y además hubo pescados como merluza en pastel y blanquillo en cebiche con palta al limón de pica.
Soto, un chef chileno también joven, pero más sobrio y experimentado que su colega, sirvió tres tipos de empanadas de caleta: queso con machas, ostiones y camarones; pastel de choclo marinero con jaiba y chupe de jaiba, clásicos y atractivos. No faltó la audaz pero bien lograda pieza de repostería que, a imitación del cheesecake norteamericano, presentó uno bien local, de queso de cabra suave con confitura de papayas.
Las autoridades y empresarios locales y argentinos se mostraron felices y agradecidos del encuentro que promete días fructíferos de intercambio comercial y cultural de Coquimbo y San Juan, ya hermanados desde hace mucho. La finalización del paso fronterizo de Agua Negra, que el intendente Ricardo Cifuentes, a nombre del Gobierno de Chile, prometió concluir, será otro determinante impulso para este tipo de afinidades.
En lo que específicamente se refiere a la gastronomía, Coquimbo mostró dos evidencias: es un potencial paraíso de recursos del mar y de la huerta, pero también está, como casi todo Chile, dejado de la mano de Dios en lo que tiene que ver con el desarrollo de la cultura gastronómica.
Pero Sabores de Agua Negra fue un primer chispazo. Y muy digno de elogio.
24 de febrero de 2008
©la nación
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